martes, junio 03, 2014

Colosos del ayer

Kepler-10c, una "mega-Tierra" en un sistema estelar de 11.000 millones de años de edad.

¿Que masa puede alcanzar como máximo un planeta rocoso antes de que su gravedad capture tanto gas del entorno que se convierte en un gigante de como Júpiter? Y hasta que punto puede ser antiguo en un Universo que inicialmente era muy pobre de elementos pesados más allá del Hidrógeno y el Helio? Ambas preguntas son claves para comprender en toda su amplitud las opciones de que la vida puede haberse desarrollado en otros lugares del Cosmos, ambas parecían tener respuestas más o menos clara, y ambas han vuelto a ser puestas en cuestión por un nuevo descubrimiento.

Y es que se acaba de anunciar el hallazgo de un nuevo exoplaneta, algo de por si que hace tiempo que dejo de ser noticia, pero que tiene algo que lo hace único: Es un mundo rocoso con una masa 17 veces la de La Tierra, algo que los científicos teóricos pensaban que no podría existir, debido a que si fuera tan pesado, su intenso campo gravitatorio capturaría inmensas cantidades de Hidrógeno gaseoso hasta convertirse en un gigante como Júpiter. Sin embargo, este planeta, ahora conocido como Kepler-10c, parece ser sólido y es mucho mayor que las "súper-Tierras" descubiertas anteriormente, lo que lo convierte en una nueva clase de cuerpo planetario que podríamos llamar con toda justicia "mega-Tierra".

Kepler-10c se encuentra a unos 560 años-luz del Sol, en una estrella muy parecida a la nuestra, a la que órbita una vez cada 45 días, y fue descubierta por el telescopio Kepler mediante el método de tránsito, lo que permitió calcular el diámetro del planeta, estimado en unos 30.000 km.¿Rocoso o gaseoso? La primera opción manejada es que se trataba de lo que se conoce como un "mini-Neptuno". Sin embargo el instrumento HARPS-North del Telescopio italiano Nazionale Galileo (TNG), en las Islas Canarias, desveló una inesperada sorpresa, al señalar que Kepler-10c tenía 17 veces la masa de La Tierra, mucho más de lo esperado, por lo que debe tener una composición densa, ser un cuerpo rocoso en lugar de ser gaseoso.
 
Pero más importante que su tamaño colosal está en su edad, igualmente extensa, ya que el sistema Kepler-10 tiene alrededor de 11.000 millones de años de edad, lo que significa que este planeta se formó menos de 3.000 millones de años después del Big Bang, lo que significa que el Universo ya era capaz de formar planetas rocosos como La Tierra mucho antes de lo que se estimaba posible, a pesar de que entonces debía ser mucho más pobre en elementos pesados. Repentinamente la línea que marca el límite de antiguedad de mundos como el nuestro parece retroceder aún más en la noche de los tiempos. "El descubrimiento de Kepler-10c nos dice que los planetas rocosos pudieron formarse mucho antes de lo que pensábamos", explica Sasselov, director de la Origins of Life Initiative."Y si puedes hacer rocas, puedes hacer vida".

"Justo cuando crees que lo tienes todo resuelto, la naturaleza te da una gran sorpresa, en este caso, literalmente", explica Natalie Batalha, científica de la misión Kepler."¿No es la ciencia maravillosa?".Y ciertamente, cuando eres testigo del descubrimiento de cientos de mundos, cada uno de ellos desafiando todo lo que creías saber, y un gigante de otros tiempos aparece ante ti para romper los límites que tu mismo, de forma imprudente, habías dibujado, no puedes más que darle la razón.


El Telescopio italiano Nazionale Galileo (TNG) y su instrumento HARPS-North (Buscador de Planetas por Velocidad Radial de Alta Precisión­ Norte) es un espectrógrafo de alta resolución diseñado para detectar y estudiar planetas extrasolares. Es un gemelo casi exacto del instrumento HARPS instalado en el Observatorio Europeo del Sur, en el telescopio de 3,6 metros en La Silla, Chile.

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Descubierta una “mega-Tierra”, un nuevo tipo de planeta

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