miércoles, febrero 04, 2015

Viviendo en otros mundos del Sistema Solar: Mercurio.

Imaginando la presencia humana en el planeta más cercano al Sol.

La Tierra es nuestro hogar, es el ambiente más acogedor para la vida que conocemos, en parte porque hemos evolucionado en el, nos hemos adaptado a la perfección a lo que nos ofrece, siendo como somos, al fin y al cabo, los hijos de este mundo azul. Pero como especie capaz de soñar, imaginar y aspirar a ir siempre más allá de sus aparentes límites, miramos a otros mundos, nos proyectamos en ellos y aspiramos a que algún día sean también el escenario de nuestra existencia interplanetaria. Dejando de lado las posibles exotierras que puedan existir en otros soles, en otras estrellas, y que seguirán fuera de nuestro alcance en un futuro previsible, como sería vivir en una colonia humana en cada uno de los principales cuerpos celestes del Sistema Solar? Empezaremos nuestro viaje por el pequeño y abrasado Mercurio.

Con sus fluctuaciones extremas de temperatura, Mercurio no está probablemente en la lista de los lugares que los quieran colonizar. Pero si tuviéramos la tecnología para sobrevivir en el planeta más cercano al Sol, como sería vivir ahí?

La MESSENGER nos reveló recientemente que existe agua helada en sus polos, protegida del abrasador calor solar en la oscuridad permanente que cubre el interior de algunos cráteres. Extraerlo sería una buena manera de vivir "de la tierra", pero el establecimiento de bases en los polos podría no ser una buena idea, explica el científico de la misión David Blewett."Las regiones polares te darían un respiro de la tremenda fuerza del Sol. Pero, por supuesto, hace mucho frío en aquellas zonas en sombra permanente donde se encuentran estos depositos, y presentan sus propios retos. Una mejor opción sería probablemente la creación de una base no muy lejos de una de las capas de hielo, tal vez en el borde de un cráter, y tener una operación minera de extracción de agua en el polo".

Aún así, afrontar las temperaturas extremas que dominan este mundo será  inevitable. Durante el día estas se elevarían hasta los 430 Celsius, mientras que las nocturnas podrían bajar hasta los -180 Celsius. Durante algún tiempo los astrónomos creían que la rotación de Mercurio estaba capturada por el Sol (como lo está la de La Luna por parte de La Tierra), lo que significa que un lado del planeta siempre estaba orientado hacia nuestro estrella. Pero ahora sabemos que el día de Mercurio dura casi 59 días terrestres. Teniendo en cuenta que órbita al Sol una vez cada 88 días terrestres, eso significa que su año dura menos de 2 días "mercurianos". Mejor no organicemos nuestra agenda de actividades utilizando esta medida de tiempo.

Esta lenta rotación nos ofrecería un curioso y fascinante espectáculo celeste, ya que esto, combinado con lo elíptica de su órbita, hace que el Sol siga una trayectoria realmente extraña a través del cielo del planeta: "Sale por el este y se mueve a través del cielo. Luego se detiene y se mueve hacia atrás sólo un poco. A continuación, reanuda su movimiento hacia el Oeste y termina desapareciendo detrás del horizonte", explica Blewett, añadiendo que lo veríamos 2,5 veces más grande. Además, al no existir una atmósfera digna de tal nombre que disperse la luz solar, como ocurre en el caso terrestre, veríamos el cielo siempre de color negro, fuera de día o de noche. Y durante esta última, por los mismos motivos, las estrellas serían como puntos de luz estáticas, sin el típico centelleo con que las vemos en La Tierra, fruto de las turbulencias atmosféricas. Si quisiéramos recordar el hogar mirando el firmamento posiblemente nos llevaríamos una decepción. Serían igual, pero carente de esa vida, ciertamente una ilusión, pero que nos resulta tan familiar.

Sin una atmósfera, Mercurio no tiene meteorología alguna, así que no tendríamos que preocuparnos de posibles tormentas devastadoras. Y puesto que el planeta no dispone de masas de agua líquida o volcanes activos, tampoco de tsunamis o erupciones. Pero este mundo no está desprovisto de los desastres naturales, ya que la superficie está expuesta a los impactos de todos los tamaños. También podrías sufrir terremotos debido a las fuerzas de compresión que están reduciendo el planeta (a diferencia de la Tierra, Mercurio no tiene actividad tectónica).

Con una gravedad equivalente al 38% de la terrestre, podríamos movernos con facilidad, dar grandes saltos y levantar objetos pesados con mucho facilidad. Sin embargo, aunque su peso fuera inferior, estos seguirían teniendo la misma masa e inercia, por lo que podrías ser derribado si alguien te lanza un objeto pesado, exactamente de la misma manera y con la misma fuerza que si ocurriera en La Tierra. Habría que tener cuidado de no ir acompañado por alguien bromista, que ignorante de este realidad considerara que lanzarte una gran roca es divertido e inofensivo. No sería ni lo uno ni lo otro. Y por supuesto olvídate del Skype y otras formas de comunicación directa con tus conocidos terrestres, ya que la señal tardaría 5 minutos en llegar hasta ellos, y otros 5 (como mínimo) en recibir respuesta. A no ser que tengas mucha paciencia. Y tus amigos terrestres también, cosa menos probable teniendo en cuenta el ritmo de vida que llevamos hoy día.

Y hasta aquí nuestra pequeña visita a Mercurio. Pero queremos conocer otros mundos antes de decidirnos a vivir en uno de ellos. Así que saltemos al siguiente, tan improbable o más que este primero, pero que igualmente se merece una oportunidad. Siguiente parada: Venus.


Infografía: Viviendo en Mercurio.

What Would It Be Like to Live on Mercury?

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