miércoles, marzo 18, 2015

Viviendo en otros mundos del Sistema Solar: Encelado

Imaginando la presencia humana en la luna de los grandes géisers.

Dejamos atrás el mundo más prometedor de cuantos hemos visitado hasta ahora, Titán, y llegamos a la otra gran luna de Saturno, Encelado. Apenas mide 500 Kilómetros de diámetro, y en cualquier otra circunstancia sería una simple bola de hielo y roca helada perdida en las tinieblas del Sistema Solar exterior, una más de las innumerables lunas que allí encontramos. Pero no es eso lo que aparece ya ante nuestros ojos, y aunque enana el termino "gran luna" nos parece completamente merecido. Con una apariencia delicada y una belleza que va más allá de las palabras, especialmente cuando el lejano Sol las ilumina desde el otro lado y las vemos a contraluz, sus grandes plumas de vapor de agua, surgidas desde una serie de grieta llamadas "Rayas de Tigre", nos recuerdan que estamos ante uno de los lugares más fascinantes de cuantos hemos explorado, un casi milagroso oasis de calor en medio de la oscuridad.

No resulta complicado elegir el lugar donde instalar nuestra base. En realidad es la elección más clara y sencilla de cuantas hemos realizado hasta ahora, y es que las grietas por donde surgen estos géisers, llamadas "Rayas de Tigre", no solo son un lugar increíble para explorar, sino que representan una valiosa fuente tanto de agua líquida como de calor, igualmente valioso: La zona produce hasta 15,8 gigavatios de energía térmica, que es más o menos equivalente a la de 20 plantas de carbón o 2.5 veces la que produce la zona de Yellowstone. Espectacular para ser una luna tan diminuta.

Tanto es así que la región donde nos hemos instalado experimenta un ambiente inesperadamente cálido. No es que sea la Tierra, pero sus -93Cº de media no están tan lejos de los récords de temperaturas mínimas registrados en nuestro planeta e incluso es  más cálido que en muchas zonas de Marte durante la noche. En cuanto nos alejamos un poco estas descienden hasta los -201Cº, algo más acorde con lo que esperábamos. Ciertamente el concepto "oasis" le encaja a la perfección, y que el lugar más cálido esté en el Polo Sur no deja de ser una situación que nos resulta divertida. Pero así es la naturaleza de una luna tan diminuta, que mantiene vivo gracias a la energía constante que, en forma de mareras gravitatorias, recibe de Saturno y otras lunas. Sin este proceso de "reanimación continua", Encelado habría muerto hace mucho tiempo como mundo activo y cambiante que sigue siendo hoy día. No deja se resultar extraño, casi sentimos estar visitando un fósil viviente llegado hasta nuestro días desde los albores del Sistema Solar.

A diferencia de Titán, Encelado sólo tiene una atmósfera muy tenue, por lo que no tiene ningún tipo de actividad meteorológica que pueda afectarnos, y nuevamente hemos de recuperar los trajes espaciales diseñados para protegernos del vacío. Pero esto también significa que vemos a Saturno con claridad, ocupando casi la mitad del firmamento. Que mejor lugar para observarlo en todo su esplendor, tenuemente iluminado por un Sol que a esas distancias apenas es poco más que un punto. En cambio, fruto de las mareas gravitatorias que sufre y que lo mantiene en constante actividad, es posible que sintamos algo parecido a los terremotos lunares. Igualmente deberemos tener cuidado con posibles meteoritos. Nuestra estancia en Titán nos acostumbró mal.

Encelado, precisamente por ser tan activa, tiene una gran variedad de terrenos, una mezcla de zonas antiguas y jóvenes que desconcertó a los científicos de la misión Voyager, pero explorarlo no es sencillo. Puede ser compleja y cambiante, pero sigue siendo un cuerpo celeste de menos de 500 Kilómetros de diámetro, por lo que su campo gravitatorio es apenas un 1% del terrestre. Si no vamos con cuidado, si se nos ocurre saltar un obstáculo con demasiado impulso, acostumbrados como estamos de lo vivido en Titán, tenemos el riesgo de que emprendamos un nuevo viaje interplanetario. Y sin nave espacial.

El simple espectáculo de aproximarnos con cuidado a uno de los géisers es suficiente para que nos quedemos fijos en esa zona. Aunque aquí el peligro es aún mayor, ya que desconocemos si tiene un punto de origen fijo o, por el contrario, pueden darnos una desagradable sorpresa. Pero allí extraer agua nos resulta extremadamente sencillo, al igual que el calor. Y sin olvidar la posibilidad, no precisamente nula, de que por debajo de nuestros pies la vida puedas haber surgido. Quizás mejor que tengamos cuidado con beber esa agua sin examinarla en detalle...por si acaso.

No es Titán, pero tiene los suficientes recursos para un asentamiento permanente, además de suficientes misterios bajo su helada corteza como para resultar intrigante. Lástima que no tenga una atmósfera densa como esta primera, pero no se puede tener todo. Queda en una alta posición en la lista de candidatos. Hora de seguir nuestro camino. Urano y sus lunas nos esperan.

Infografía: Encelado, la diminuta gigante.

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