sábado, enero 23, 2016

Una historia por terminar

Se cumplen 30 años de la llegada de la Voyager 2 a Urano.

Se los conoce como los gigantes helados, una denominación que busca definir de forma más clara que, a pesar de sus aparentes semejanzas con Júpiter y Saturno, son mundos de una clase diferente. Los primeros se parecen más a pequeños Soles que nunca se llegaron a brillar, con una composición química que les acerca mucho a la del Sol. Los segundos, sin embargo, se componen de roca, hielo y gas, con algo menos Hidrógeno y Helio en sus atmósferas, y mayor presencia de agua, amoníaco y metano. Son por tanto muy diferentes, una especie de eslabón entre los gigantes de gas jovianos y los mundos terrestres. Y por ello el enorme interés en explorar Urano y Neptuno por parte de la comunidad científica.

Pese a ello solo han sido visitados por una única y solitaria sonda, la Voyager 2, y hasta cierto punto casi de casualidad: Aunque se lanzó en un momento en que la posición de los 4 mundos exteriores permitía saltar de uno a otro, sacado partido de cada encuentro para impulsarse al siguiente, y este era el plan previsto, lo cierto es que no pocos creían que podría sobrevivir hasta los 2 primeros, quedando los 2 últimos demasiado lejos en el espacio y en el tiempo para que aún siguiera activa cuando los alcanzara. Hoy día sabemos que era unas previsiones muy pesimistas, hasta el punto que aún hoy, 2016, sigue funcionado y enviando información desde las fronteras del Sistema Solar. Y gracias a ello logramos la primera y única visita cercana a estos 2 planetas.

El 24 de Enero de 1986 la Voyager 2 pasó a solo 81.500 Kilómetros por encima de la capa de nubes de Urano. Este lejano planeta, hasta ese momento poco más que un punto de luz en los telescopios terrestres, finalmente se convertía en un lugar concreto, demostrando que las expectativas de ver algo totalmente diferente a cualquier cosa vista con anterioridad eran acertadas. Aunque fue una visita fugaz, nos abrió las puertas a un mundo extraño e inexplorado, unas sensaciones que se repetirían en 1989 en Neptuno, y que recientemente sentimos de nuevo con Plutón."Sabíamos que  sería diferente porque está inclinado hacia un lado, y esperábamos sorpresas", explicó Ed Stone, científico del proyecto Voyager.

Urano se reveló como el planeta más frío conocido en nuestro Sistema Solar, a pesar de que no ser el más alejado del Sol, al carecer de una fuente de calor interna suficiente para afectar de forma significativa su atmósfera exterior, a diferencia de Neptuno, más lejano pero a pesar de ello más cálido y activo. También se lograron pruebas de un océano hirviente a  800 kilómetros por debajo de las nubes. Y se pudo estudiar un campo magnético diferente a cualquier otro que se habían encontrado previamente. En Mercurio, la Tierra, Júpiter y Saturno, este se alinea aproximadamente con el eje de rotación. "Luego llegamos a Urano y vimos que los polos estaban más cerca de la línea ecuatorial", dijo Stone. "Neptuno resultó ser similar. El campo magnético no estaba muy centrado con el centro del planeta". Y además resultó ser más potente que el de Saturno. Además de extraordinariamente retorcido, como un sacacorchos.

La Voyager 2 también descubrió 10 nuevos satélites (de un total de 27) y dos nuevos anillos. Igualmente se pudo estudiar con cierto detalle sus 5 grandes lunas. Especialmente interesante resultó la pequeña Miranda, de apenas 500 Kilómetros de diámetro, que reveló poseer un peculiar paisaje, evidenciando una intensa actividad geológica activa en el pasado, con formaciones espectaculares, como un cañón gigante 12 más profundo que el Gran Cañón del Colorado. Su aspecto desde la distancia era como de algo "mal construido", como si fuera un puzzle mal montado, con piezas que no encajan unas con otras. Y esto es precisamente lo que los astrónomos creen que pasó con ella, que fue destruida a causa de grandes impactos en varias ocasiones, para luego formarse de nuevo a partir de los fragmentos generados, ligados por su gravedad común y que nunca se alejaron demasiado entre ellos. De ahí el caos reinante.

El encuentro escribió las primeras páginas de la exploración de Urano (y 3 años después de Neptuno), pero también dejó mucho por descubrir, como era inevitable en una misión de sobrevuelo por parte de una sonda con tecnología de los 70. Pero representó el primero "mundo nuevo" para muchos, como es el caso de Suzanne Dodd, que comenzó su participación en esta misión cuando la Voyager 2 dejaba ya atrás a Saturno y afrontaba territorios inexplorados."El encuentro Urano fue muy emocionante para mí. Era mi primer encuentro planetario y era un planeta que la Humanidad nunca había visto de cerca antes. Cada nueva imagen mostró más detalles, y tenía un montón de sorpresas para los científicos. Espero que se enviará otra nave espacial para explorar Urano, para explorarlo con más detalle, durante el tiempo que me quede de vida".

Ojalá así sea. Urano, así como haría Neptuno posteriormente, nos dejó a todos con ganas de más, la molesta sensación de que habíamos abierto un nuevo libro con una maravillosa historia por descubrir, pero del que solo habíamos podido leer las primeras páginas. Esperemos que algún día podamos terminarla. 

El rostro de Urano resultó tener una decepcionante falta de rasgos visibles, a diferencia del espectáculo atmosférico de Júpiter y Saturno, y solo se pudo sacar detalles aplicando falso color y aumentando el contraste. Así se observaron bandas concéntricas, quizás de nubes de de smoog, que rodean el polo, que la inclinación del eje de rotación, de 97º, hace que esté mirando directamente al Sol. Observaciones posteriores del Hubble detectaron un aumento de la actividad, por lo que es posible que la Voyager 2 llegara en un momento de calma.

Mirando, la luna "mal construida". Posiblemente se fragmento por uno o varios impactos, y los fragmentos acabaron por reunirse de nuevo por su gravedad común, aunque de roma inevitablemente caótica.

Verona Rupes, el mayor acantilado del Sistema Solar, con alturas que se mueven entre los 5 y 10 Kilómetros. Un ejemplo del caos de Miranda.


La llegada de la Voyager 2 mostró la existencia de un sistema de lunas que nada tiene que envidiar a los gigantes gaseosos.

Los anillos de Urano, 13 en total. A diferencia de los de Saturno, y al igual que los de Júpiter y Neptuno, son muy estrechos y oscuros, aunque tiene diferencias de tonalidad que se hacen visibles al tratar las imágenes de la Voyager 2.

Voyager Mission Celebrates 30 Years Since Uranus

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