domingo, abril 30, 2017

Post Vintage (227): Historias de La Luna

Los datos de las sondas GRAIL nos ofrecen una nueva visión del rostro de nuestra compañera celeste.

 A lo largo de la historia, desde Asia a América, numerosas son las leyendas que se han proyectado sobre el rosto de La Luna, viendo en esas extrañas manchas oscuras las más diversas figuras. El maravilloso deseo del ser humano de entender lo que estaba viendo, pero la imposibilidad de saberlo realmente, hizo que este vacío tan molesto se llenara, como muchas otras cosas, con explicaciones que pertenecen al reino de la mitología pero que aún hoy, aunque desligadas de su función inicial y convertidas en simples cuentos, sobreviven aún en nuestros tiempos. La historia japonesa conocida como Tsuki no Usagi, el conejo de La Luna, que aún hoy se celebra cada 25 de Septiembre con el nombre de otsukimi (de tsuki=luna y mi=mirar, literalmente mirar la luna) es un buen ejemplo de ello.

Sabemos hoy día que la naturaleza de ese rostro esta muy lejos de la magia que transmitían dichas leyendas, pero en cambio estamos desvelando una historia de miles de millones de años, de un mundo bajo el fuego, de inmensos impactos y de mares de magma que un día la hicieron resplandecer. Una realidad igualmente con sus propios misterios, ya que estos oscuros mares de antiguo magma ahora solidificado, responsables de que La Luna tenga ante nuestros ojos el aspecto que conocemos, se encuentran precisamente en la parte visible principalmente, mientras que en la cara oculta, ajena a nuestra mirada hasta la llegada de la carrera espacial y las primeras sondas exploradoras, casi carece de ellos.

Las sondas GRAIL fueron una de las últimas misiones enviadas por la NASA a nuestro satélite, en este caso para profundizar, mediante el estudio de su campo gravitatorio y las fluctuaciones que las diversas formaciones geológicas, superficiales y subterráneas, causan en el. Una oportunidad magnífica de desvelar el auténtico rostro del hemisferio visible de La Luna, no tan conocido como podemos pensar precisamente porque estos mares cubrieron con su formación amplias zonas de la superficie, ocultando, total o parcialmente, las grandes cuencas de impacto y dificultando por tanto su medición desde La Tierra. Conocerlas mejor ayudaría a comprender la estructura interna de nuestro satélite, en especial el grosor de la corteza lunar, y compararla con los del lado oculto.

Y esto precisamente es lo que hicieron durante su corta pero intensa aventura, cuyos resultados siguen produciéndose a medida que se analizan una y otra vez los datos enviados, y se les aplica diversos modelos teóricos. Y el último de ellos está directamente relacionado con este enigma, desvelando 2 detalles clave que ofrecen una visión clara del motivo de estas diferencia entre la cara visible y oculta: Ambos hemisferios sufrieron un bombardeo similar, pero reaccionaron de forma muy diferente.

La clave se encuentra en que las grandes cuencas de impacto de esta primera son en general bastante más grandes, más o menos en doble, que los que existen en la segunda, lo que encaja con bastante precisión con lo que se esperaría de una corteza más delgada y caliente que su contrapartida oculta. Eso explicaría porque los mares, las oscuras figuras que dibujan su rostro celeste, son mucho más abundantes en la cara visible,

Este nuevo estudio fruto de la misión de las GRAIL también está ayudando a redefinir el concepto conocido como Bombardeo Intenso Tardío, un aumento propuesto en el ritmo de creación de cráteres por impactos hace unos 4 millones de años. Esta teoría se basa en gran medida de la edad de las grandes cuencas de impacto de la cara visible, ya sea dentro o adyacentes a las cuencas oscuras , llenas de lava, o mares lunares, llamados Oceanus Procellarum y Mare Imbrium. Sin embargo la composición especial del material en y por debajo de la superficie en la cara visible implica que las temperaturas en esta región no eran representativos de La luna en su conjunto en el momento del bombardeo intenso tardío, algo que habría causado una sobrestimación en la magnitud de la formación de cuencas de impacto durante esta fase. El trabajo de los científicos apoya la hipótesis de que la distribución del tamaño de las cuencas de impacto en el lado oculto es un indicador más preciso de la historia del sistema solar interior que los del la cara que todos conocemos.

Parte de nuestra pequeña historia, para la cual esas oscuras figuras en el resto de Selene siempre han estado ahí y sobre la cual se han tejido innumerables historias fantásticas y mitológicas, algunas realmente preciosas, son el eco de una historia mucho mayor, la que marcaron su nacimiento, y por extensión, de La Tierra y el propio Sistema Solar, quizás sin tanta magia pero mucho más espectacular y trascendental para comprender nuestros orígenes.

Un mapa global del grosor de la corteza lunar, que permite apreciar como la de la cara oculta (derecha) es claramente más gruesa, así como el mayor diámetro de las cuencas de impacto de la cara visible, una consecuencia de que esta es más fina. Dejando de lado la enorme cuenca Aitken, señalada con un gran círculo en la cara oculta, existen una docena en cada hemisferio con diámetros por encima de los 200 Kilómetros. El la visible, señalada en verde, las amplias llanuras que conforman Oceanus Procellarum, donde se han detectado grandes concentraciones de Potasio, Fósforo y elementos raros en La Tierra.

Las sondas GRAIL, trabajando en conjunto durante 1 año, midieron con precisión el campo gravitatorio lunar, permitiendo levantar con completo mapa. 

La teoría del Bombardeo Intenso Tardío señala un periodo, comprendido entre 3800-4100 millones de años, donde se cree que tuvo lugar un último y catastrófico periodo de impactos, responsable de la mayor parte de los cráteres que vemos en La Luna o Mercurio.

Donde no llega el conocimiento llega la imaginación y la pareidolia (la tendencia de la mente humana en ver formas reconocibles allí donde no hay nada), llenado el resto lunar de imágenes familiares. El "conejo de la Luna" es una de las más famosas, y la encontramos tanto en el lejano Oriente como culturas de la antigüedad, como la Azteca. 

NASA's GRAIL Mission Puts a New Face on the Moon

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