viernes, mayo 11, 2018

Una habitación con vistas

La Vía Láctea en mayor de lo que se pensaba hasta ahora.

Explorar otros galaxias es, hasta cierto punto, sencillo con las tecnologías actuales de observación. Pero conocer la nuestra, aquella que habitamos, es todo un desafío que aún no hemos superado por completo, ya qu estar en su interior es un muro más que una ayuda. Haciendo una equivalencia, sería como vivir permanentemente encerrados en una habitación de un edificio que no conocemos. Podríamos mirar por la ventana y observar claramente a las edificaciones en la distancia, ver su forma, color y estructura, pero al mismo tiempo seríamos incapaces de hacer lo mismo con la que nos acoge.

Salvando las distancias, algo parecido representa el estudio de la Vía Láctea, de la que sabemos menos que nuestra vecina Andrómeda. Por ello no resulta extraño que cada cierto tiempo debamos replantearnos lo que sabemos o creemos saber de ella. Ni tan solo la forma esta clara, todo indica que es una espiral, pero hay detalles que se nos escapan. Y lo mismo vale para su masa y tamaño, igualmente fluctuantes según vamos dando pasos en su exploración. No es sencillo estudiar el edificio entero sin movernos de nuestra habitación.

El último ejemplo de ello nos llega de la mano de un equipo de astrónomos liderado por Martín López-Corredoira, investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), y cuyo trabajo revela que la Vía Láctea es mayor de lo imaginado, y que extiende bastante más allá de lo establecido hasta ahora:"El disco de nuestra galaxia es enorme, de unos 200 mil años-luz de diámetro". Hasta ahora las cifras estimadas se movían entre los 100 y los 180.000, y con la idea que de el Sistema Solar se encontraba, más o menos, a medio camino entre el centro y la frontera exterior. Pero se han encontrado a más del triple de esa distancia. Incluso es probable que algunas se encuentren incluso más lejos. Nuestra ciudad estelar es una enorme megalópolis.

Esta fue su conclusión tras realizar un análisis estadístico de datos cartografiados obtenidos con dos proyectos (APOGEE y LAMOST) que obtienen espectros de estrellas, y con ellos, información sobre su velocidad y composición química."Usando el contenido en metales de las estrellas de los catálogos, con la combinación de atlas espectrales de alta calidad como, y la distancia a la que sitúan los objetos, hemos comprobado que hay una fracción apreciable de estrellas más allá de donde se suponía que acaba el disco de la Vía Láctea", explica Carlos Allende, investigador del IAC y coautor de esa publicación. Francisco Garzón, investigador del IAC y otro de los autores del artículo, aclara el proceso: "No hemos hecho uso de modelos, que a veces solo dan las respuestas para las que se han diseñado. Solo estadística sobre un gran número de objetos. Los resultados están, pues, libres de suposiciones apriorísticas, más allá de unas pocas firmemente establecidas".

La Vía Láctea, nuestra galaxia, nuestro hogar en medio de la oscuridad del Universo, y un lugar que pese a todo aún estamos lejos de comprender en toda su inmensidad. Encerrados en nuestra pequeña habitación, no podemos hacer otra cosa que ir avanzando lentamente, paso a paso, mientras intentamos visualizar algo que al mismo tiempo es visible e invisible a nuestros ojos.
 
Situación del Sol en el disco de la Vía Láctea (punto amarillo) y la ahora expandida frontera galáctica: Nuestro análisis revela la presencia de estrellas del disco en un radio superior a 26 kpc (con un 99,7 % de probabilidad) y más de 31 kpc (con 95,4 % de probabilidad)", señalan los autores en su estudio. Un kiloparsec (kpc) son unos 3.262 años luz. 

El disco de la Vía Láctea es mayor de lo que se pensaba

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